martes, 6 de febrero de 2018

Brilla para mi, bella estrella.

Kyle siempre suele acompañar a Chris en todo momento, no hay día en que no se los vea juntos. A pesar de muchas idas y vueltas, aún están juntos y cumplieron ya 3 años. Años llenos de felicidad y amor, inundándolos a ambos de dicha, pasando sus días entretenidos e inmiscuidos en sus cosas. Pero uno de esos días fue esencialmente complejo y especial a la vez,
era uno de esos días en los que Chris no se sentía bien en ningún aspecto; un fuerte dolor de cabeza la perseguía desde la mañana y eran casi las 6 de la tarde y anímicamente estaba un poco decaída debido a una falta de autoestima bastante profunda. Kyle por supuesto no dudó en asistir a su chica durante todo el día, intentando confortarla lo mejor posible.
Hubo un momento en que la pobre Christine ya no soportaba más la jaqueca y la tristeza prefiriendo irse a acostar con Kyle por detrás. Juntos estuvieron acostados un largo rato, primero sin hablar para no conseguir aumentar el dolor de cabeza de la chica, después poco a poco, la jaqueca fue cediendo, y empezaron a charlar. Ella le habló sobre su tristeza causada por su baja autoestima, él solo la escuchaba mientras le acariciaba lentamente el brazo con la mano derecha, suavemente, con mucho cariño. Se contaron chistes, se abrazaron, se llenaron de besos, jugaron, cantaron, hicieron varias cosas, entonces a Kyle se le ocurrió una idea fantástica que haría sentir mejor a su amada. “Voy a hacerte el amor” le susurró. Las mejillas de la chica se tornaron de un color rosado leve, y ante esta expresión, Kyle rió levemente. “No no, no te desvistas. Espérame aquí.” le dijo y salió del cuarto a paso rápido, debía preparar todo.
Se adentró en el baño, subió las cortinas de la ducha y puso el tapón, abrió la canilla y lentamente la tina empezó a inundarse, le puso sales de baño y jabones del aroma preferido de ella. Corrió nuevamente y trajo toallas y toallones, una copa de vino blanco y un libro de poesía en prosa. Dejó todo acomodado encima de una silla que trajo anteriormente para poder sentarse.
Todo estaba listo, abrió Spotify y puso una playlist de música suave y relajante, con acordes lentos y tranquilos. Una vez hecho esto, salió hacia el cuarto de nuevo a buscar a su Christine quién lo miraba desde la cama confundida. La levantó en brazos como a una novia y la llevó al baño, donde la desvistió con delicadeza, prenda por prenda, y después la acomodó en la tina que ya estaba llena hasta 3/4 de su capacidad. Cerró la canilla y lentamente comenzó a mojarla, los brazos, el cuello, el pecho, todo lo que quedaba fuera del agua, la enjabonó con mucha suavidad, cariño y cuidado, como si bañase a un bebé, mientras le hablaba y le decía cosas dulces. La enjuagó y continuó con el pelo, se lo lavó delicadamente y con ayuda del duchador se lo enjuagó, llenando la tina de espuma, con la que Chris jugaba mientras disfrutaba del baño. Una vez hecho esto, Kyle se acomodó en la silla y le entregó la copa de vino blanco mientras tomaba el libro de poesía. La chica agarró la copa y sorbió lentamente el vino, estaba delicioso sin duda. Ella se dispuso a prestar atención a Kyle luego de oír que se aclaraba la garganta. Él entonces empezó a leer:

“Dicen, amada mía, que las estrellas están celosas de ti, porque tu brillo me ilumina e hipnotiza más que todas ellas. Oh, bella mía, que tan cálido es tu amor, regálame una mirada, y de paso una sonrisa, para demostrarle a las estrellas que tienen razón; tú me hipnotizas más que ellas.”

Él le leyó muchos poemas en prosa, ella escuchaba encantada, cada detalle de ese día era como una caricia al alma, dulce y sanadora. Christine empezaba a sentirse adormecida, por lo que Kyle, al notarlo, la instó a salir, la secó con delicadeza y la envolvió en toallas, para después llevarla de nuevo hasta el cuarto. “No, no te vistas.” le susurró Kyle seductoramente.
Esa vez sí que hicieron el amor como el mismo significado popular lo indica, compartieron un anochecer lleno de besos, caricias y suspiros.

Hacia el final, estaban acostados y Kyle le expresó: “Espero que te sientas mejor. Brilla para mi, bella estrella.” Y le depositó un suave beso en la nariz.

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